Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1858-1860 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 1 de marzo de 1859
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 65, 1.604
Tema: Presupuesto del Estado. Supresión del consulado de París

El Sr. SAGASTA: Señores, para contrariar los hechos son precisas muchas razones; así es, que a un discurso tan corto como el mío ha tenido que oponer el Sr. Ministro de Estado uno tan largo.

 Ha dicho S.S. que yo he tratado agriamente la cuestión, cuando no he dicho una palabra que pueda creerse dura; al contrario, si alguna he preferido, ha sido en hipótesis; pero al. Sr. Ministro que les ha atribuido esa dureza, sabrá por qué. No he dicho de ninguna manera que ese Consulado general se haya creado para dar destino a una persona; no he dicho que se haya buscado un destino para una persona; lo que he dicho es que nadie ha echado de menos ese Consulado mientras no ha existido. El Sr. Ministro de Estado, al formar los presupuestos, no se acordó de que había un cónsul en París; y haberse después enmendado este olvido, parece como indicar que se buscaba un destino para una persona. Esto lo he sentado yo en hipótesis, y si ha dolido a S.S., no tengo yo la culpa.

Se me ha supuesto una equivocación respecto al tiempo que he manifestado que ha existido al Consulado general de Paris. Lo que yo he dicho es que desde el año 43 solo ha sido no el que ha desempeñado ese cargo, el Sr. Grimaldi; ni ha habido más tiempo ese Consulado que el que lo desempeñó dicho señor: por manera que la mayor parte del tiempo que hay desde 43 acá, hemos estado sin Consulado general, y sin que nadie le haya echado de menos, y por mucho que se esfuerce S.S., el Consulado general de París es completamente inútil. La mayor parte de los embajadores que han estado allí lo han reconocido así, y por la secretaría se ha desempeñado al mismo tiempo el Consulado hasta que se nombró al Sr. Grimaldi, a quien S.S. sabe por qué se le nombró, no porque hiciera falta.

También ha padecido S.S. una equivocación al suponer que yo, que venía aquí a abogar por economías, pedía, sosteniendo lo que sostengo, un aumento de gastos. Yo no lo comprendo así, porque aunque se dé una subvención al que desempeñe ese Consulado, nunca podrá ésta representar los derechos y gastos del mismo, más el sueldo del cónsul.

Prescindo, en obsequio a la brevedad, de las consideraciones filosóficas en que ha entrado S.S., y de las numerosas razones que ha dado sobre los Consulados en general, que no son pertinentes a esta cuestión, porque estamos tratando sólo del Consulado en París, y acabo por suplicar al Congreso se sirva tomar en consideración mi enmienda.



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